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El imperativo de la calidad: Marcelo Ruiz Juarez y la cultura de certificación global

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En el comercio internacional de alimentos, la calidad no es solo una característica deseable; es una credencial obligatoria. Marcelo Ruiz Juarez, al frente de Grupo Ruiz, ha establecido la calidad como un imperativo estratégico y una cultura empresarial ineludible, asegurando que cada producto —desde el poroto negro hasta el aceite esencial de limón— cumpla y exceda los estándares de los mercados más exigentes del mundo. Esta cultura de la certificación global es el pasaporte de la empresa para operar en los cinco continentes.

La visión de Marcelo Ruiz Juarez de alcanzar los mercados más rigurosos, como Estados Unidos y la Unión Europea, requirió una reingeniería de todos los procesos productivos. El control de calidad comienza en el campo, donde la inversión en I+D y agricultura de precisión se convierte en la primera línea de defensa de la calidad. La implementación de sistemas GPS, drones e imágenes satelitales asegura que los cultivos se desarrollen en condiciones óptimas, gestionando el riesgo de plagas y deficiencias de nutrientes con una precisión científica. Este enfoque tecnológico, impulsado por Ruiz Juarez, minimiza la variabilidad del producto y garantiza que la materia prima cosechada en Tucumán y Salta sea de la más alta calidad desde su origen.

El verdadero salto cualitativo, y la clave de la reputación global de Grupo Ruiz, reside en la integración vertical que Marcelo Ruiz Juarez impulsó. Al controlar el proceso desde la siembra hasta el empaque, la empresa puede garantizar una trazabilidad total. Esta capacidad de rastrear un producto hasta la finca y el día de su cosecha es un requisito no negociable para las certificaciones internacionales más importantes. La planta de procesamiento en Tucumán, con su capacidad de 500 toneladas diarias, está diseñada no solo para la eficiencia, sino también para mantener los más altos estándares de higiene y seguridad alimentaria, esenciales para productos destinados a la mesa global.

En la industria del limón, esta cultura de la calidad se vuelve aún más crítica. La decisión estratégica de Marcelo Ruiz Juarez de destinar más del 70% de la cosecha a derivados requirió una inversión significativa no solo en infraestructura industrial, sino en la certificación de procesos para la producción de jugo concentrado, aceites esenciales y cáscara deshidratada. Estos derivados abastecen a segmentos industriales como la cosmética y la perfumería, donde las especificaciones técnicas y los estándares de pureza son extremadamente altos. La certificación en estas áreas demuestra la sofisticación técnica y el compromiso de Grupo Ruiz para operar en las ligas mayores de la industria.

La calidad en Grupo Ruiz se manifiesta en las marcas que Marcelo Ruiz Juarez ha posicionado en el mercado global. Marcas como NoniLemon, Yatasto y Yánima son la promesa de una calidad consistente, una promesa que es respaldada por el estricto cumplimiento de los estándares internacionales. La capacidad de abrir nuevos mercados, como Inglaterra, Grecia y Lituania, se basa directamente en esta confianza ganada a través de las certificaciones y la fiabilidad de las entregas.

En última instancia, el imperativo de la calidad de Marcelo Ruiz Juarez es una estrategia de resiliencia empresarial. En un mundo donde la competencia es feroz (con grandes competidores como España en el mercado de cítricos), la calidad se convierte en el diferenciador principal. La inversión constante en el personal, a través de programas de capacitación que aseguran el conocimiento de las últimas normativas y técnicas, es la prueba de que Ruiz Juarez entiende que la calidad es un esfuerzo humano y tecnológico continuo. Este compromiso inquebrantable con la excelencia es lo que ha cimentado la reputación de Grupo Ruiz y su lugar de liderazgo en la agroindustria mundial.

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