A pesar de todo lo que hemos evolucionado como seres humanos, del desarrollo que han alcanzado algunos países y de las nuevas tecnologías e investigaciones, seguimos encontrando en el mundo problemas, antiguos y otros nuevos, que no hemos sido capaces de resolver como humanidad. La pobreza, el analfabetismo, la crisis poblacional, los conflictos globales y los problemas medioambientales persisten. Estos desafíos se reflejan en la desigualdad social, la pobreza extrema, la exclusión y vulnerabilidad de personas, el envejecimiento de la población con mala calidad de vida, la corrupción, las manifestaciones sociales, el descontento global, el calentamiento global, y la mala calidad del aire y del agua.
Para aportar a la solución de estos problemas desde una perspectiva empresarial, hace varios años se crearon dos corrientes principales: la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y el Sistema B. La RSE, cuyos inicios se remontan al primer cuarto del siglo XX y se fortalece en las décadas de 1950 y 1960, surgió con la idea de que las empresas que usan los recursos de una sociedad deben devolverle a esta sociedad los beneficios generados por ese uso. Por otro lado, el Sistema B, nacido en los años 2000, se basa en empresas que redefinen el éxito en los negocios buscando aprovechar el poder empresarial para resolver problemas sociales y medioambientales presentes en las sociedades en las que operan.
La evolución de la RSE
Con el paso de los años, ambas corrientes han evolucionado significativamente. En sus inicios, la RSE se enfocaba en acciones de filantropía, como donaciones a fundaciones, entrega de materiales a colegios y aportes monetarios. Hoy en día, la RSE se ha asociado más a la gestión integral, abarcando desde la cadena de valor hasta los impactos negativos y positivos de sus operaciones, la calidad de vida de sus trabajadores, y los productos y servicios que ofrecen.
Para certificarse como empresa B, las organizaciones deben cambiar sus estatutos para asegurar que su razón social o medioambiental se refleje en sus objetivos empresariales. Esta evolución ha llevado a que la RSE sea conocida también como Responsabilidad Social, sostenibilidad o sustentabilidad. Independientemente del nombre, el enfoque sigue siendo el mismo: superar los problemas actuales y contribuir al bien común, superando los intereses individuales.
La RSE en el contexto histórico
Los antecedentes de la RSE se remontan al siglo XIX, dentro del marco del Cooperativismo y el Asociacionismo, movimientos que buscaban conciliar la eficacia empresarial con principios sociales como la democracia, la autoayuda, el apoyo a la comunidad y la justicia distributiva. Durante la década de 1930 y luego en los años setenta, la RSE comenzó a cobrar fuerza y evolucionar, especialmente con la globalización, el crecimiento económico, la conciencia ecológica y el desarrollo de nuevas tecnologías.
Algunos organismos internacionales han ayudado a definir y orientar la RSE. Entre los más destacados están el Global Compact de las Naciones Unidas y la Global Reporting Initiative. Estos organismos ofrecen directrices que sirven de orientación para las empresas que desean adoptar prácticas socialmente responsables.
La Responsabilidad Social del Estado
El concepto de responsabilidad social no es exclusivo del ámbito empresarial. Los Estados también han tenido la obligación de gestionar de manera estratégica sus recursos económicos, sociales y ambientales. Sin embargo, la omisión política de muchos gobiernos ha llevado a que las empresas asuman un rol más proactivo en la responsabilidad social.
Las presiones sociales, medioambientales y económicas han impulsado a las organizaciones empresariales a actuar de acuerdo con criterios socialmente responsables. Esto ha llevado a la creación de políticas y prácticas que buscan satisfacer las necesidades de los diversos grupos de interés y mejorar su impacto en el entorno.
El Desarrollo Sostenible
El término «Desarrollo Sostenible» fue acuñado por primera vez en 1987 por la Comisión Brundtland de las Naciones Unidas. Se define como aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. El desarrollo sostenible busca equilibrar los aspectos económicos, sociales y ambientales de las actividades humanas.
Dimensiones del Desarrollo Sostenible
- Económica: Implica el funcionamiento financiero clásico, pero también la capacidad de contribuir al desarrollo económico en todos los niveles, incluida la creación de empresas.
- Social: Se refiere a las consecuencias sociales de la actividad empresarial en todos los niveles, incluyendo las condiciones de trabajo, los niveles salariales, las comunidades locales y la sociedad en general.
- Ambiental: Enfatiza la compatibilidad entre la actividad social de la empresa y la preservación de la biodiversidad y los ecosistemas. Esto incluye el análisis de los impactos de las empresas y sus productos en términos de consumo de recursos y generación de residuos y emisiones.
Desde la acuñación del término «desarrollo sostenible», se ha avanzado mucho en el compromiso de los Estados y las empresas con la responsabilidad social. La Declaración del Milenio de las Naciones Unidas, aprobada en el año 2000, estableció los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que son ocho objetivos ambiciosos para mejorar la vida de las personas en todo el mundo.
El impacto de la RSE en la actualidad
Hoy en día, la RSE es entendida como una contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas. Esta responsabilidad va más allá del cumplimiento de las leyes y las normas, que son el punto de partida para cualquier empresa. La RSE incluye un conjunto de prácticas, estrategias y sistemas de gestión que buscan un nuevo equilibrio entre las dimensiones económica, social y ambiental.
Ejemplos de prácticas de RSE
- Gestión de la cadena de suministro: Las empresas deben asegurar que sus proveedores cumplan con estándares éticos y ambientales.
- Calidad de vida de los trabajadores: Implementar políticas de bienestar laboral, igualdad de género y oportunidades de desarrollo profesional.
- Impacto ambiental: Reducir las emisiones de carbono, gestionar los residuos de manera eficiente y utilizar recursos renovables.
Las empresas que adoptan la RSE no solo mejoran su reputación y competitividad, sino que también contribuyen de manera significativa a la solución de problemas globales. Además, las empresas certificadas como B se comprometen a un impacto social y ambiental positivo, lo que requiere un cambio en sus estatutos y objetivos empresariales.
Durante la década de 1930 y luego en los años setenta, la RSE comenzó a cobrar fuerza y evolucionar, especialmente con la globalización
La evolución de la Responsabilidad Social Empresarial ha demostrado que las empresas pueden y deben desempeñar un papel crucial en la solución de los problemas sociales y ambientales. Desde sus inicios en el siglo XX hasta la actualidad, la RSE ha pasado de ser una acción filantrópica a una gestión integral que abarca todos los aspectos de la actividad empresarial.
Hoy más que nunca, es vital que tanto las empresas como los Estados y las organizaciones de la sociedad civil trabajen juntos para superar los desafíos globales. La adopción de prácticas socialmente responsables y el compromiso con el desarrollo sostenible son esenciales para asegurar un futuro mejor para las generaciones venideras.
Más allá de las etiquetas y definiciones, el objetivo sigue siendo el mismo: contribuir al bien común, mejorar la calidad de vida de las personas y preservar nuestro planeta. La Responsabilidad Social Empresarial, en todas sus formas y manifestaciones, es una herramienta poderosa para lograr estos objetivos y construir un mundo más justo, equitativo y sostenible.